Mostrando entradas con la etiqueta Proust. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Proust. Mostrar todas las entradas

sábado, 2 de mayo de 2015

Pensamiento anestesiado


Cesaba la influencia anestésica de la costumbre, y me ponía a pensar y a sentir, cosas ambas muy tristes. 
Marcel Proust, Por el camino de Swann

Si se actúa bajo la anestesia de la acción automática, como el insecto, uno no será llevado a pensar. 
Jean Guitton, Aprender a vivir y a pensar



miércoles, 7 de enero de 2015

Aislamiento altruista


El objeto de mi retiro, de mi aislamiento voluntario, es poder ser útil a muchos. 
Lucio Anneo Séneca, Cartas a Lucilio, 8

¿No era acaso para ocuparme de ellos que viviría lejos de los que se quejarían de no verme, para ocuparme de ellos más a fondo de lo que podría haberlo hecho con ellos, para tratar de revelarlos a ellos mismos y realizarlos? 
Marcel Proust, El tiempo recobrado


sábado, 27 de septiembre de 2014

Prórroga filosófica


No me vangáis con esas tan miserables excusas: "Mi fortuna todavía no es suficiente para mis necesidades; cuando tenga tanto o cuanto me entregaré de lleno a la filosofía". ¿Pero hay algo más urgente que lo que dejáis para lo último? 
Lucio Anneo Séneca, Cartas a Lucilio, 17

En cuanto haya logrado mi posición y terminen mis vacaciones, dejaré la sociedad por el campo, por nuestra gente sencilla y por lo que prefiero a todas las cosas, mis canciones. 
Marcel Proust, Los placeres y los días


martes, 19 de agosto de 2014

Créditos mundanos


Las condecoraciones son letras de cambio libradas a la opinión pública, su valor reside en el crédito del librador.
Arthur Schopenhauer, Aforismos sobre el arte de saber vivir

Pero a Swann le gustaban tanto las mujeres que, cuando trató a casi todas las de la aristocracia y las conoció bien, ya no consideró aquellas cartas de naturalización, casi títulos de nobleza, que le había otorgado el barrio de Saint-Germain, más que como una especie de valor de cambio, de letra de crédito, que por sí no valía nada, pero gracias a la cual podía ser recibido muy bien en un rinconcillo de provincias o en un oscuro círculo social de París donde había una hija del hidalgo del pueblo o del escribano que le gustaba. 
Marcel Proust, Por el camino de Swann


lunes, 18 de agosto de 2014

Posibilidades imaginativas


Algunas veces vuestras palabras llegan hasta mí como un eco lejano, como el sonido de una campana traído por el viento. 
Gustave Flaubert, La educación sentimental

Y sus párrafos se sucedían, sin interrupción, como las aguas de una cascada, como una cinta que se desata. [...] Por momentos la monotonía de su discurso era tal que ya no se distinguía del silencio, como una campana cuya vibración persiste, como un eco que se debilita. [...] La invadía la dulzura y, agitándose su corazón, palpitaba la batista de su corpiño, como una hierba al borde de una fuente a punto de brotar, como el plumaje de una paloma que se eleva. 
Marcel Proust, Pastiche de Flaubert

Hay casos en los que el desarrollo del esquema en imagen es inmediato, porque una sola se presenta para cumplir ese oficio. Y hay otros en los que múltiples imágenes, análogas entre sí, se presentan de manera concurrente. En general, cuando varias imágenes diferentes se postulan para el puesto, es porque ninguna satisface enteramente las condiciones del esquema. 
Henri Bergson, El esfuerzo intelectual


lunes, 2 de junio de 2014

Transmisión de fe


Si, como imagino, lees de cuando en cuando la cuarta página de los periódicos, habrás visto ya anuncios de folletos en los que el autor, por un precio generalmente mínimo, brinda al ingenuo lector un método seguro para ganar una fortuna considerable a la ruleta. Cada vez que leo un anuncio semejante no puedo menos de preguntarme por qué no se aprovecha el propio autor de los consejos que reparte tan generosamente a un precio tan módico. Tu historia con Steel es la que me hace pensar en esa clase de filantropía. Tu historia podría, a lo sumo, parecer verosímil si las personas que te han iniciado en el misterio de marras nadasen en la opulencia y te confirmasen que debían su fortuna a la filantropiá del famoso americano, pero como comienzas diciéndome que las personas en cuestión no son ricas, deduzco necesariamente o que las predicciones del famoso profeta no se han realizado siempre o que no tienen bastante fe en él como para operar con una cantidad importante, ¿y cómo pueden entonces inculcarte una fe que no poseen ellos mismos? 
Lionel Hauser, Carta a Marcel Proust  

Si tuviera verdaderamente un alma de artista, qué placer no experimentara frente a esa hilera de árboles iluminada por el sol poniente, delante de esas florecillas del talud que se alzaban casi hasta el estribo del vagón, cuyos pétalos podía contar y cuyo color me cuidaré muy bien de describir, como lo harían tantos buenos letrados, porque, ¿puede esperarse transmitir al lector un placer que no se ha experimentado?
Marcel Proust, El tiempo recobrado


miércoles, 2 de abril de 2014

Devolución de favores


Demasiado apresuramiento en devolver un favor ya es una muestra de ingratitud. 
François de La Rochefoucauld, Máximas 

Estimas que la gratitud, para ser digna de ese nombre, debe manifestarse con otra cosa que palabras. Hasta ahí, estoy contigo, pero nuestros puntos de vista comienzan a distanciarse cuando pretendes que que la gratitud debe manifestarse lo más pronto posible tras la realización del fenómeno que la ha motivado, y que si no se presenta ninguna ocasión de invertir los papeles hay que crearla necesariamente.
Lionel Hauser, Carta a Marcel Proust


sábado, 26 de mayo de 2012

Pensar y escribir


Una única idea dulce le quedaba: que ella le había amado, que su mirada se lo había dicho, que no conocía su nombre, pero que conocía su alma, y que tal vez allí donde se hallaba, cualquiera que fuese ese misterioso lugar, ella le amaba aún. ¿Quién sabe si no pensaba en él, como él pensaba en ella? Algunas veces, en las horas inexplicables que tiene todo corazón que ama, sin tener más que razones de dolor, y sintiendo no obstante un oscuro estremecimiento de alegría, se decía: "¡Son sus pensamientos que vienen a mí!". Luego añadía: "Tal vez mis pensamientos le llegan a ella". 
Esta ilusión, que le hacía mover la cabeza un momento después, conseguía no obstante arrojarle al alma rayos que a veces parecían de esperanza. De vez en cuando, sobre todo en esa hora del atardecer que más entristece a los soñadores, dejaba caer sobre un pedazo de papel en el que no había otra cosa, el más puro, el más impersonal, el más ideal de los sueños, de que el amor le llenaba el cerebro. A esto llamaba él "escribirle". 
Víctor Hugo, Los miserables

Cada vez más el deber se presentaba a sus ojos como la obligación de consagrarse a los pensamientos que en determinados días invadían en masa su espíritu. O más bien, no hubiera podido decir que eran pensamientos propiamente, sino un cierto encanto que encontraba en sí mismo y que trataba más bien de conservar que de profundizar. De conservar hasta el momento en que, sentado en un cuarto en que nadie podía molestarle, había que descubrir entonces ese pensamiento que se le había aparecido sólo velado por una vaga imagen, fuera una cálida tarde en un parque con lirios que brotaban en un estanque sombreado, fuera una lluvia fría que caía en la ciudad, fuera la frescura de una plaza umbría y llena de follaje en una ciudad abrazada por el estío. Envueltos, por decirlo así, en esa imagen, llevaba sus pensamientos, como un joven pescador lleva al sol, sin que se estropeen, bajo un lecho fresco de hierbas, de hierbas arrancadas al fondo del estanque en que lo apresó, el pez que acaba de pescar. De ese modo, desconociendo aún sus ideas, las conservaba ocultas bajo la imagen que veía ante sus ojos, esa tarde cálida y con el sol que iluminaba las hojas de las lilas, sólo con la sensación de un poder cada vez mayor de ir más allá, de hacer brotar mil pensamientos. Llamaba a eso estar bien dispuesto y en esos días le gustaba estar solo, tener tiempo disponible, papel y tinta. Los distintos pensamientos que le gustaba entonces transcribir le parecían algo más importante que él mismo, al punto que pensaba en ellos sin cesar, no le parecía ser apto para nada si durante algunos días no aparecían ya en su cerebro y no veía ningún inconveniente serio en morirse, y estaba resignado a ello, cuando los hubiera escrito más o menos del todo. Pero la palabra escribir no alcanza a sugerir el encantamiento de la materia preciosa en que los fundía.
Marcel Proust, Jean Santeuil

domingo, 22 de abril de 2012

Fugacidad del tiempo


Cuán fugaces, ¡ay!, Póstumo, Póstumo, se deslizan los años, sin que nuestra piedad alcance a detener las arrugas de la presurosa vejez ni el rigor implacable de la muerte.
Quinto Horacio Flaco, Odas

El recuerdo de cierta imagen no es más que la añoranza de cierto instante; y las casas, los caminos, los paseos son tan fugitivos, ¡ay!, como los años.
Marcel Proust, Por el camino de Swann

El pasado no sólo no es fugaz, es que no se mueve de sitio.
Marcel Proust, El mundo de Guermantes

Van pasando, pasan, pasan, deslizándose los años, por utilizar una desgarradora inflexión horaciana. Pasan los años, cariño, y con el tiempo nadie sabrá lo que tú y yo sabemos.
Vladimir Nabokov, Habla, memoria

viernes, 7 de octubre de 2011

Mujer interior



Él [Frédéric Moreau] le contó [a la señora de Arnoux] sus melancolías en el colegio, y cómo en su cielo poético resplandecía un rostro de mujer, tan claramente, que al verla por primera vez la había reconocido.

Gustave Flaubert, La educación sentimental


El terrible engaño del amor consiste en que empieza haciéndonos jugar, no con una mujer del mundo exterior, sino con una muñeca interior a nuestro cerebro.

Marcel Proust, El mundo de Guermantes


lunes, 3 de octubre de 2011

Círculo vicioso



La experiencia personal es el más limitado y vicioso de los círculos.

Oscar Wilde, La decadencia de la mentira


Nada hay más limitado que el placer y el vicio. Verdaderamente, en este sentido, y cambiando el sentido de la expresión, se puede decir que siempre damos vueltas en el mismo círculo vicioso.

Marcel Proust, El tiempo recobrado


sábado, 16 de julio de 2011

Menos, más



Siempre es mejor omitir algo bueno que añadir una cosa que no dice nada. El dicho de Hesíodo: "La mitad es preferible al todo" (Los trabajos y los días) encuentra aquí su justa aplicación.

Arthur Schopenhauer, Pensamiento, palabras y música


Al citar un verso aislado se decuplica su potencia atractiva.

Marcel Proust, El mundo de Guermantes

Dos buenos poemas no valen más juntos que el mejor de los dos.

Fernando Pessoa, Aforismos y afines


lunes, 30 de mayo de 2011

Contra Sainte-Beuve



Sainte-Beuve. Nada tiene de hombre; está poseído de una pequeña cólera contra todos los espíritus varoniles. Vaga de aquí para allá, sutil, curioso, aburrido, escrutador; en el fondo es una personalidad femenina, con femenil avidez de venganza y con sensualidad femenil. Como psicólogo, es un genio de la maledicencia; posee una riqueza incalculable de medios para hablar mal; nadie como él sabe mezclar el veneno en un elogio. [...] Como crítico no tiene una medida, un punto de apoyo, una espina dorsal; posee la lengua del libertino cosmopolita para hablar de muchas cosas distintas, pero ni siquiera tiene el valor de confesar su libertinaje. Como historiador, no tiene filosofía, carece del poder de la mirada filosófica; por esto, en todas las cosas esenciales rehúsa la tarea de juzgar, cubriéndose con la "objetividad" como con una máscara.

Friederich Nietzsche, El ocaso de los ídolos


Por no haber percibido Sainte-Beuve el abismo que separa al escritor del hombre de mundo, por no haber comprendido que el yo del escritor sólo se muestra en sus libros, y que no muestra a los hombres de mundo (o aun a esos hombres de mundo que son en el mundo los demás escritores, quienes únicamente en soledad vuelven a ser escritores) más que a un hombre de mundo como ellos, inaugurará ese famoso método que, al decir de Taine, Bourget y tantos otros, constituye su gloria, un método que, para comprender a un poeta o a un escritor, reside en interrogar ávidamente a cuantos lo conocían y lo trataban, a quienes puedan decirnos cómo se comportaba en materia de mujeres, etcétera, es decir, en todos los puntos en los que el yo auténtico del poeta no interviene en absoluto.

Marcel Proust, Contra Sainte-Beuve

Veo en la crítica un fervoroso esfuerzo para potenciar la obra elegida. Todo lo contrario, pues, de lo que hace Sainte-Beuve cuando nos lleva de la obra al autor, y luego pulveriza a éste en una llovizna de anécdotas. La crítica no es biografía ni se justifica como labor independiente, si no se propone completar la obra. Esto quiere decir, por lo pronto, que el crítico ha de introducir en su trabajo todos aquellos utensilios sentimentales e ideológicos merced a los cuales puede el lector medio recibir la impresión más intensa y clara de la obra que le sea posible. Procede orientar la crítica en un sentido afirmativo y dirigirla, más que a corregir al autor, a dotar al lector de un órgano visual más perfecto. La obra se completa completando su lectura.

José Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote

domingo, 15 de agosto de 2010

Libros y espejos



Leeré lo suficiente cuando vea el verdadero libro donde están escritos todos mis pecados, y que soy yo mismo. Dadme ese espejo y leeré en él.

William Shakespeare, Ricardo II


Os entrego este librito para que os miréis en él como en un espejo y no para que con él miréis a otros como a través de un monóculo.

Georg Lichtenberg, Aforismos, D-617


La obra del escritor no es más que una especie de instrumento óptico que se le ofrece al lector para permitirle discernir lo que, sin ese libro, no hubiese visto quizás en sí mismo.

Marcel Proust, El tiempo recobrado


lunes, 14 de diciembre de 2009

Medicina gramatical



La medicina, a falta de curar, se ocupa de cambiar el sentido de los verbos y los pronombres.

Marcel Proust, Sodoma y Gomorra


Si le hablas a dios, estás rezando; si te responde, tienes esquizofrenia.

Thomas Szasz


domingo, 13 de diciembre de 2009

Industria natural



Creo que de este modo podría resolverse el pequeño enigma propuesto por Pascal en un pasaje de sus Pensamientos: "Dos rostros parecidos, de los cuales ninguno hace reír en particular, hacen reír juntos por su parecido". Asimismo se podría decir: "Los gestos de un orador, que de por sí no son ridículos, inspiran risa por su repetición". Es que la vida no debería nunca repetirse en toda su plenitud circunstanciada. Dondequiera que hay repetición, dondequiera que hay semejanza completa, vislumbramos enseguida lo mecánico funcionando tras lo vivo. Analizad vuestras impresiones frente a dos caras demasiado parecidas. Seguro que pensáis en dos copias sacadas de un mismo molde, en dos impresiones del mismo sello o en dos reproducciones del mismo clisé, en suma, en un procedimiento industrial. Tal desviación de la vida en el sentido de la mecánica es en este caso la verdadera causa de la risa.

Henri Bergson, La risa


Para el observador desinteresado hay algo bastante hermoso en el parecido perfecto de dos gemelos: es que la naturaleza, como si se hubiera industrializado momentáneamente, parece suministrar productos iguales.

Marcel Proust, Sodoma y Gomorra


lunes, 17 de agosto de 2009

Dos memorias



Como lo que yo habría recordado de Combray sería cosas traídas por la memoria voluntaria, la memoria de la inteligencia, y los datos que ella da respecto al pasado no conservan nada de él, nunca tuve ganas de pensar en todo lo demás de Combray. […]
Y de pronto, el recuerdo surge. Ese sabor es el que tenía el pedazo de magdalena que mi tía Leoncia me ofrecía, después de mojado en su infusión de té o tila, los domingos por la mañana en Combray.

Marcel Proust, Por el camino de Swann


Hay dos clases de memoria visual: con una, recreamos diestramente una imagen en el laboratorio de la mente con los ojos abiertos (y así veo a Annabel, en términos generales como "piel color de miel", "brazos delgados", "pelo castaño y corto", "pestañas largas", "boca grande, brillante"); con la otra, evocamos instantáneamente con los ojos cerrados, en la oscura intimidad de los párpados, el objetivo, réplica absolutamente óptica de un rostro amado, un diminuto espectro de colores naturales (y así veo a Lolita).

Vladimir Nabokov, Lolita


Necesidad perpetua



Nuestros deseos siempre aumentan con nuestras posesiones. El conocimiento de que todavía hay algo que nos puede satisfacer disminuye el gozo de las cosas que ya tenemos.

Samuel Johnson


La posesión de un poco más de la mujer que amamos sólo nos haría más necesario lo que no poseemos de ella, y ella seguiría siendo, a pesar de todo, una cosa irreductible, pues nuestras necesidades nacen de nuestras satisfacciones.

Marcel Proust, A la sombra de las muchachas en flor


sábado, 11 de julio de 2009

Intercambio de opiniones



Las únicas personas que parecen sensatas son las que opinan como nosotros.

François de La Rochefoucauld, Máximas


Cada uno llama ideas claras a aquellas que tienen el mismo grado de confusión que las suyas propias.

Marcel Proust, A la sombra de las muchachas en flor

viernes, 27 de marzo de 2009

Amor: creer o saber



Tengo la felicidad de creer que me amas.

Madame de Sévigné, Cartas


Si valoramos realmente a alguien, debemos ocultárselo como si se tratara de un crimen.

Arthur Schopenhauer, Aforismos sobre el arte de saber vivir


Me amas, querida pequeña, ¿cómo has sido lo bastante cruel para decírmelo?

Marcel Proust, Los placeres y los días