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domingo, 20 de septiembre de 2015

Comparaciones


¿Es posible que vuestra merced no sabe que las comparaciones que se hacen de ingenio a ingenio, de valor a valor, de hermosura a hermosura y de linaje a linaje son siempre odiosas y mal recibidas?
Miguel de Cervantes, El Quijote, parte II, cap. 1, pg. 322

Lector, ¿has cometido alguna vez la imprudencia de alabar a un artista en presencia de otro artista, o de hablar bien de un político a otro político del mismo partido, o de hacer el elogio de un egiptólogo ante otro egiptólogo? 
Bertrand Russell, La conquista de la felicidad


sábado, 14 de diciembre de 2013

Comercio poético


Si el poeta pide a las otras ciencias que le presten ayuda, podrá presentarse en la feria como los otros mercaderes que apartan diversos objetos de muchas proveniencias. Eso hace el poeta cuando recurre a ciencias ajenas, como las del orador, filósofo, astrólogo, cosmógrafo y otras tales que nada tienen de común con la poesía. El poeta, en resumen, es como un corredor o intermediario entre varias personas que hacen un negocio; y si quieres definir el oficio propio del poeta, di que es un compilador de objetos robados a diversas ciencias con los cuales hace un engañoso mejunje, o dicho en más corteses palabras, un artificio compuesto. 
Leonardo da Vinci, Aforismos, 394

La poesía, señor hidalgo, a mi parecer es como una doncella tierna y de poca edad y en todo extremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias, y ella se ha de servir de todas, y todas se han de autorizar con ella; pero esta tal doncella no quiere ser manoseada, ni traída por las calles, ni publicada por las esquinas de las plazas ni por los rincones de los palacios. Ella es hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar la volverá en oro purísimo de inestimable precio.
Miguel de Cervantes, El Quijote, II, XVI

miércoles, 6 de abril de 2011

Amores ociosos



Como el plátano ama el vino, el álamo las aguas, las cañas del pantano las tierras cenagosas, así Venus se complace en el ocio. ¿Quieres ahuyentar el amor? El amor odia el trabajo; ocupa las horas y estarás seguro.

Publio Ovidio, El remedio del amor


-Suelen las fuerzas de amor
sacar de quicio a las almas,
tomando por instrumento
la ociosidad descuidada.

Suele el coser y el labrar,
y el estar siempre ocupada
ser antídoto al veneno
de las amorosas ansias.

Miguel de Cervantes, El Quijote II


viernes, 22 de enero de 2010

Lo que somos y lo que seremos



Sabemos lo que somos, pero no sabemos lo que podemos ser.

William Shakesperare, Hamlet


- [...] vuestra merced [no] es Valdovinos, ni Abindarráez, sino el honrado hidalgo del señor Quijana.
-Yo sé quién soy -respondió don Quijote-, y sé qué puedo ser.

Miguel de Cervantes, El Quijote I


lunes, 18 de mayo de 2009

Entrañas quijotescas



No es dado a los caballeros andantes quejarse de herida alguna, aunque se le salgan las tripas por ella.

Miguel de Cervantes, El Quijote, I


Y el Indio es como tortuga
De duro para espichar-
Si lo llega a destripar
Ni siquiera se le encoge,
Luego sus tripas recoge,
Y se agacha a disparar.

José Hernández, El gaucho Martín Fierro


Empezaban a desayunar cuando vieron entrar a Santiago Nasar empapado de sangre llevando en las manos el racimo de sus entrañas. [...] "Hasta tuvo el cuidado de sacudir con la mano la tierra que le quedó en las tripas", me dijo mi tía Wene.

Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte anunciada

jueves, 19 de marzo de 2009

Esopo, Sancho Panza y Martín Fierro



Bien dice el refrán: que la codicia rompe el saco.

Esopo, Fábulas


Yo salí de mi tierra y dejé hijos y mujer por venir a servir a vuestra merced, creyendo valer más, y no menos; pero como la codicia rompe el saco, a mi me ha rasgado mis esperanzas.

Miguel de Cervantes, El Quijote, I


¡Ah, hijos de una...! ¡La codicia
ojalá les ruempa el saco!
Ni un pedazo de tabaco
le dan al pobre soldao,
y lo tienen, de delgao,
más ligero que un guanaco.

José Hernández, El gaucho Martín Fierro


sábado, 24 de enero de 2009

El ajedrez y la vida




-Brava comparación -dijo Sancho-, aunque no tan nueva, que yo no la haya oído muchas y diversas veces, como aquella del juego de ajedrez, que mientras dura el juego, cada pieza tiene su particular oficio; y en acabándose el juego, todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura.

Miguel de Cervantes, El Quijote II


Nosotros, piezas mudas del juego que Él despliega
Sobre el tablero abierto de noches y de días,
Aquí y allá las mueve, las une, las despega,
Y una a una en la Caja, al final, las relega.

Omar Khayyam, Rubaiyat (E. Fitzgerald, 74)


También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?

Jorge Luis Borges, Ajedrez