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domingo, 5 de abril de 2015

Indisciplina estudiantil


Salido [Alcibíades] ya de la edad pueril, fue a la escuela de un maestro de primeras letras, y le pidió algún libro de Homero; mas como respondió que nada de Homero tenía, le dio una puñalada y se marchó. 
Mestrio Plutarco, Vida de Alcibíades

En la casa de sus huéspedes jamás se consiguió sentarlo a la mesa común; en la escuela era altivo, huraño, y solitario; no se mezclaba con los demás niños sino para acaudillarlos en actos de rebelión y para darles de golpes. El maestro, cansado de luchar con este carácter indomable, se provee una vez de un látigo nuevo y duro, y enseñándolo a los niños, aterrados, "éste es -les dice- para estrenarlo en Facundo". Facundo, de edad de once años, oye esta amenaza y al día siguiente la pone a prueba. No sabe la lección, pero pide al maestro que se la tome en persona, porque el pasante lo quiere mal. El maestro condesciende; Facundo comete un error, comete dos; tres, cuatro; entonces el maestro hace uso del látigo; y Facundo, que todo lo ha calculado, hasta la debilidad de la silla en que su maestro está sentado, dale una bofetada, vuélcalo de espaldas, y entre el alboroto que esta escena suscita, toma la calle y va a esconderse en ciertos parrones de una viña, de donde no se lo saca sino después de tres días. ¿No era ya el caudillo que va a desafiar más tarde a la sociedad entera? 
Domingo Faustino Sarmiento, Facundo


viernes, 4 de marzo de 2011

Amor o temor



Pregunto [Alejandro] al sexto [filósofo gimnosofista] cómo lograría ser uno el más amado entre los hombres y respondió: "Si siendo el más poderoso no se hiciese temer".
Mestrio Plutarco, Vidas paralelas, Alejandro

Se presenta aquí la cuestión de si vale más ser amado que temido o temido que amado. Se responde que sería menester ser lo uno y lo otro juntamente; pero como es difícil serlo a un mismo tiempo, el partido más seguro es ser temido antes que amado cuando se está en la necesidad de carecer de uno u otro de ambos beneficios. [...]
Como los hombres aman según su voluntad y temen, por el contrario, según la voluntad de quien los gobierna, un príncipe debe, si es prudente, fundarse en lo que depende de él y no en lo que depende de los otros.

Nicolás Maquiavelo, El Príncipe


Entre el cariño y el respeto, preferid el respeto: porque el cariño nos obliga y el respeto nos autoriza.

Almafuerte, Evangélicas


sábado, 24 de abril de 2010

La ley es tela de araña



Supo esto Anacarsis, y se rió del cuidado de Solón y de que pudiera pensar que contendría las injusticias y codicias de los ciudadanos con los vínculos de las leyes, que decía no se diferenciaban de las telas de araña, sino que, como éstas, enredaban y detenían a los débiles y flacos que con ellas chocaban, pero eran despedazadas por los poderosos y los ricos.

Mestrio Plutarco, Vidas paralelas, Solón


La ley es tela de araña,
En mi inorancia lo esplico:
No la tema el hombre rico,
Nunca la tema el que mande,
pues la ruempe el bicho grande
Y sólo enrieda a los chicos.

José Hernández, La vuelta de Martín Fierro

domingo, 9 de agosto de 2009

Elocuencia no locuaz



Se cuenta de Foción que en cierta ocasión, estando ya lleno el teatro, se paseaba por la escena estando todo embebido dentro de sí mismo, y diciéndole uno de sus amigos: “Parece, oh Foción, que estás meditando”, le respondió: “Sí, medito qué es lo que podré quitar del discurso que voy a pronunciar a los Atenienses”.

Mestrio Plutarco, Vidas paralelas, Foción


Decir mucho en pocas palabras no significa escribir primero un ensayo y abreviar luego las frases, sino más bien meditar primero sobre el tema y, de lo meditado, decir luego lo mejor de forma que el lector juicioso advierta lo que uno ha desechado. En realidad, significa dar a entender, con el menor número de palabras, que uno ha pensado mucho. 
Georg Lichtenberg, Aforismos, G-215