lunes, 23 de abril de 2012

El buen salvaje


No sería posible para el linaje humano un estado más glorioso que aquél, y, aunque Dios concediese a alguien el don de reformar las cosas humanas y establecer las costumbres de las naciones, no escogería ningún otro estado que el que se recuerda haber sido el de aquellos hombres entre los cuales,
"...por ningún cultivador eran poseídas las tierras y no era permitido limitar, ni poner a los predios mojones; los hombres recolectaban por doquier y la tierra lo daba todo liberalmente sin que le fuese pedido" (Posidonio).
¿Quién más feliz que aquella generación humana? Aquellos hombres gozaban en común de la Naturaleza, la cual bastaba como madre y defensora de todos: así era segura la posesión de las riquezas públicas. ¿Cómo no considerar yo más rica la Humanidad de aquellos tiempos en que era imposible encontrar un pobre? En tan afortunada situación vino a irrumpir la avaricia, la cual, al querer separar una parte para hacérsela suya, puso todas las cosas en poder de otro, y se pasó de la opulencia a la estrechez. La avaricia instauró la pobreza; ambicionándolo todo, lo perdió todo.
Lucio Anneo Séneca, Cartas a Lucilio, 90

El primer hombre a quien, cercando un terreno, se le ocurrió decir: Esto es mío y halló gentes bastante simples para creerle fue el verdadero fundador de la sociedad civil. ¡Cuántos crímenes, guerras, asesinatos; cuántas miserias y horrores habría evitado al género humano aquel que hubiese gritado a sus semejantes, arrancando las estacas de la cerca o cubriendo el foso: "Guardaos de escuchar a este impostor, estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y la tierra de nadie"!
Jean Jacques Rousseau, Discurso sobre el origen  de la desigualdad entre los hombres

domingo, 22 de abril de 2012

Fugacidad del tiempo


Cuán fugaces, ¡ay!, Póstumo, Póstumo, se deslizan los años, sin que nuestra piedad alcance a detener las arrugas de la presurosa vejez ni el rigor implacable de la muerte.
Quinto Horacio Flaco, Odas

El recuerdo de cierta imagen no es más que la añoranza de cierto instante; y las casas, los caminos, los paseos son tan fugitivos, ¡ay!, como los años.
Marcel Proust, Por el camino de Swann

El pasado no sólo no es fugaz, es que no se mueve de sitio.
Marcel Proust, El mundo de Guermantes

Van pasando, pasan, pasan, deslizándose los años, por utilizar una desgarradora inflexión horaciana. Pasan los años, cariño, y con el tiempo nadie sabrá lo que tú y yo sabemos.
Vladimir Nabokov, Habla, memoria