lunes, 21 de diciembre de 2009

Párrafo felino, soneto felino



En el hall de la estación advirtió que faltaban treinta minutos. Recordó bruscamente que en un café de la calle Brasil (a pocos metros de la casa de Yrigoyen) había un enorme gato que se dejaba acariciar por la gente, como una divinidad desdeñosa. Entró. Ahí estaba el gato, dormido. Pidió una taza de café, la endulzó lentamente, la probó (ese placer le había estado vedado en la clínica) y pensó, mientras alisaba el negro pelaje, que aquel contacto era ilusorio y que estaban como separados por un cristal, porque el hombre vive en el tiempo, en la sucesión, y el mágico animal, en la actualidad, en la eternidad del instante.

Jorge Luis Borges, El Sur

A UN GATO

No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alma aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un secreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.

Jorge Luis Borges, El oro de los tigres


lunes, 14 de diciembre de 2009

Medicina gramatical



La medicina, a falta de curar, se ocupa de cambiar el sentido de los verbos y los pronombres.

Marcel Proust, Sodoma y Gomorra


Si le hablas a dios, estás rezando; si te responde, tienes esquizofrenia.

Thomas Szasz


domingo, 13 de diciembre de 2009

Industria natural



Creo que de este modo podría resolverse el pequeño enigma propuesto por Pascal en un pasaje de sus Pensamientos: "Dos rostros parecidos, de los cuales ninguno hace reír en particular, hacen reír juntos por su parecido". Asimismo se podría decir: "Los gestos de un orador, que de por sí no son ridículos, inspiran risa por su repetición". Es que la vida no debería nunca repetirse en toda su plenitud circunstanciada. Dondequiera que hay repetición, dondequiera que hay semejanza completa, vislumbramos enseguida lo mecánico funcionando tras lo vivo. Analizad vuestras impresiones frente a dos caras demasiado parecidas. Seguro que pensáis en dos copias sacadas de un mismo molde, en dos impresiones del mismo sello o en dos reproducciones del mismo clisé, en suma, en un procedimiento industrial. Tal desviación de la vida en el sentido de la mecánica es en este caso la verdadera causa de la risa.

Henri Bergson, La risa


Para el observador desinteresado hay algo bastante hermoso en el parecido perfecto de dos gemelos: es que la naturaleza, como si se hubiera industrializado momentáneamente, parece suministrar productos iguales.

Marcel Proust, Sodoma y Gomorra


martes, 24 de noviembre de 2009

Sueño y Episodio del enemigo


1967. Domingo 30 de julio.
[...]
Me cuenta un sueño [
Borges a Bioy Casares]: "Este sueño debe de ser un plagio. Vos vas a poder decirme de dónde lo saqué. Yo estaba en una casa como la de nuestra pieza de teatro. Por el camino de la sierra venía subiendo un hombre parecido a Macedonio Fernández, pero más alto. Ese hombre era mi enemigo. Me había perseguido desde hacía tiempo y yo siempre me le escapaba. Ahora lo vi tan cansado y débil que le permití entrar en la casa. Estaba tan extenuado que se dejó caer de espaldas en la cama. Entonces vi que tenía un revolver y que me apuntaba. 'Voy a matarlo -me dijo-. Usted no puede hacer nada.' 'Sí -le contesté-. Puedo hacer algo.' '¿Qué?' -preguntó-. 'Despertarme' -respondí y me desperté-. Cuando le conté este sueño a madre -por un rato me hago la ilusión de que son valiosísimos- se puso furiosa. Me dijo que mientras ella duerme tranquila, yo estoy soñando disparates. Que ni dormido dejo de inventar cosas raras. Mejor que el sueño me parece la reacción de madre. Muestra su carácter."

Adolfo Bioy Casares, Borges


Episodio del enemigo
Tantos años huyendo y esperando y ahora el enemigo estaba en mi casa. Desde la ventana lo vi subir penosamente por el áspero camino del cerro. Se ayudaba con el bastón que en sus viejas manos no podía ser un arma sino un báculo. Me costó percibir lo que esperaba: el débil golpe contra la puerta. Miré, no sin nostalgia, mis manuscritos, el borrador a medio concluir y el tratado de Artemidoro sobre los sueños, libro un tanto anómalo ahí, ya que no sé griego. Otro día perdido, pensé. Tuve que forcejear con la llave. Temí que el hombre se desplomara, pero dio unos pasos inciertos, soltó el bastón, que no volví a ver, y cayó en mi cama, rendido. Mi ansiedad lo había imaginado muchas veces, pero sólo entonces noté que se parecía, de un modo casi fraternal, al último retrato de Lincoln. Serían las cuatro de la tarde.
Me incliné sobre él para que me oyera.
-Uno cree que los años pasan para uno -le dije-, pero pasan también para los demás. Aquí nos encontramos al fin y lo que antes ocurrió no tiene sentido.
Mientras yo hablaba, se había desabrochado el sobretodo. La mano derecha estaba en el bolsillo del saco. Algo me señalaba y yo sentí que era un revólver.
Entonces me dijo con voz firme:
-Para entrar en su casa, he recurrido a la compasión. Lo tengo ahora a mi merced y no soy misericordioso.
Ensayé unas palabras. No soy un hombre fuerte y sólo las palabras podían salvarme. Atiné a decir:
-En verdad que hace tiempo maltraté a un niño, pero usted ya no es ese niño ni yo aquel insensato. Además, la venganza no es menos vanidosa y ridícula que el perdón.
-Precisamente porque ya no soy aquel niño -me replicó- tengo que matarlo. No se trata de una venganza, sino de un acto de justicia. Sus argumentos, Borges, son meras estratagemas de su terror para que no lo mate. Usted ya no puede hacer nada.
-Puedo hacer una cosa -le contesté.
-¿Cuál? -me preguntó.
-Despertarme.
Y así lo hice.

Jorge Luis Borges, El oro de los tigres

lunes, 12 de octubre de 2009

Afán de conocimiento



Cuando no se sabe la verdad de una cosa, es bueno que haya un error común que fije el espíritu de los hombres, como, por ejemplo, la luna, a la que se atribuye el cambio de estaciones, el progreso de las enfermedades, etc.; porque la principal enfermedad del hombre es la inquieta curiosidad acerca de las cosas que no alcanza a saber, y no le es tan molesto estar en el error como en esta inútil curiosidad.

Blaise Pascal, Pensamientos


Reducir una cosa desconocida a una cosa conocida proporciona alivio, tranquiliza, satisface, y además da un sentimiento de poderío. Lo que es desconocido produce peligro, inquietud preocupación; el primer instinto se dirige a eliminar estos estados de ánimo penosos. Primer principio: una explicación cualquiera es mejor que ninguna explicación. Como en realidad se trata únicamente de una voluntad de desembarazarse de ideas deprimentes, no se es muy exigente sobre los medios para ello: la primera idea con la que lo desconocido se explica como conocido produce tanto bienestar que se la tiene por verdadera. Prueba del placer (y de la fuerza) considerada como criterio de verdad.

Friederich Nietzsche, El ocaso de los ídolos


Lo que los hombres realmente quieren no es el conocimiento sino la certidumbre.

Bertrand Russell


jueves, 3 de septiembre de 2009

Borges y las novelas



Los semiciegos
.- El semiciego es el enemigo nato de todos los escritores que no conocen el freno. ¡Qué cólera le invade al cerrar un libro en que el autor tiene necesidad de cincuenta páginas para dar cuenta de cinco ideas! Se enfurece de haber puesto en peligro, sin compensación casi, lo que le resta de vista.

Friederich Nietzsche, El viajero y su sombra


No he leído el volumen de Nabokov [Lolita] y no pienso leerlo, ya que la longitud del género novelesco no condice con la oscuridad de mis ojos ni con la brevedad de la vida humana.

Jorge Luis Borges, revista Sur, nº 260


lunes, 17 de agosto de 2009

Dos memorias



Como lo que yo habría recordado de Combray sería cosas traídas por la memoria voluntaria, la memoria de la inteligencia, y los datos que ella da respecto al pasado no conservan nada de él, nunca tuve ganas de pensar en todo lo demás de Combray. […]
Y de pronto, el recuerdo surge. Ese sabor es el que tenía el pedazo de magdalena que mi tía Leoncia me ofrecía, después de mojado en su infusión de té o tila, los domingos por la mañana en Combray.

Marcel Proust, Por el camino de Swann


Hay dos clases de memoria visual: con una, recreamos diestramente una imagen en el laboratorio de la mente con los ojos abiertos (y así veo a Annabel, en términos generales como "piel color de miel", "brazos delgados", "pelo castaño y corto", "pestañas largas", "boca grande, brillante"); con la otra, evocamos instantáneamente con los ojos cerrados, en la oscura intimidad de los párpados, el objetivo, réplica absolutamente óptica de un rostro amado, un diminuto espectro de colores naturales (y así veo a Lolita).

Vladimir Nabokov, Lolita


Necesidad perpetua



Nuestros deseos siempre aumentan con nuestras posesiones. El conocimiento de que todavía hay algo que nos puede satisfacer disminuye el gozo de las cosas que ya tenemos.

Samuel Johnson


La posesión de un poco más de la mujer que amamos sólo nos haría más necesario lo que no poseemos de ella, y ella seguiría siendo, a pesar de todo, una cosa irreductible, pues nuestras necesidades nacen de nuestras satisfacciones.

Marcel Proust, A la sombra de las muchachas en flor


domingo, 9 de agosto de 2009

Elocuencia no locuaz



Se cuenta de Foción que en cierta ocasión, estando ya lleno el teatro, se paseaba por la escena estando todo embebido dentro de sí mismo, y diciéndole uno de sus amigos: “Parece, oh Foción, que estás meditando”, le respondió: “Sí, medito qué es lo que podré quitar del discurso que voy a pronunciar a los Atenienses”.

Mestrio Plutarco, Vidas paralelas, Foción


Decir mucho en pocas palabras no significa escribir primero un ensayo y abreviar luego las frases, sino más bien meditar primero sobre el tema y, de lo meditado, decir luego lo mejor de forma que el lector juicioso advierta lo que uno ha desechado. En realidad, significa dar a entender, con el menor número de palabras, que uno ha pensado mucho. 
Georg Lichtenberg, Aforismos, G-215


sábado, 11 de julio de 2009

Intercambio de opiniones



Las únicas personas que parecen sensatas son las que opinan como nosotros.

François de La Rochefoucauld, Máximas


Cada uno llama ideas claras a aquellas que tienen el mismo grado de confusión que las suyas propias.

Marcel Proust, A la sombra de las muchachas en flor

viernes, 29 de mayo de 2009

Dios y la palabra dios



Por su origen, el lenguaje pertenece a la época de la forma más rudimentaria de psicología. [...] Yo creo que no nos libramos de Dios porque aún creemos en la gramática.

Friederich Nietzsche, El ocaso de los ídolos


Dios es un monosílabo que ha tenido mucho éxito.

Adolfo Bioy Casares


jueves, 28 de mayo de 2009

Dios: causa primera o consecuencia última



Se dice, y con acierto, que si los triángulos hicieran un dios, le otorgarían tres lados.

Barón de Montesquieu, Cartas persas, 59


Dios creó al hombre a su imagen significa, probablemente, que el hombre creó a Dios a la suya.

Georg Lichtenberg, Aforismos, D-201


¿Cómo? ¿El hombre será sólo un error de Dios? ¿O Dios será sólo un error del hombre?

Friederich Nietzsche, El ocaso de los ídolos

lunes, 18 de mayo de 2009

Emma y Ana, lecturas y ensueños



Más tarde, con las novelas de Walter Scott, se entusiasmó Emma con los temas históricos, soñó con viejos cofres, prisiones militares y trovadores. Le hubiera gustado vivir en alguna casa solariega, como aquellas castellanas de talle esbelto que, bajo el trébol de las ojivas, pasaban los días con el codo en la piedra de la ventana y el mentón en la mano, esperando la aparición de un caballero de blanco penacho galopando sobre su caballo negro por los campos lejanos.

Gustave Flaubert, Madame Bovary


Ana leía, pero le molestaba seguir las sombras de las vidas de otras personas. Tenía demasiados deseos de vivir ella misma. Si leía que la protagonista de la novela cuidaba a un enfermo, sentía deseos de andar con pasos silenciosos en la habitación de un enfermo; si un miembro del Parlamento había pronunciado un discurso, deseaba pronunciarlo ella; si lady Mary había cabalgado tras de la jauría, exacerbando a su nuera y asombrado a todos con su audacia, tambíen Ana deseaba hacer lo mismo.

Lev Tolstoi, Ana Karenina

Entrañas quijotescas



No es dado a los caballeros andantes quejarse de herida alguna, aunque se le salgan las tripas por ella.

Miguel de Cervantes, El Quijote, I


Y el Indio es como tortuga
De duro para espichar-
Si lo llega a destripar
Ni siquiera se le encoge,
Luego sus tripas recoge,
Y se agacha a disparar.

José Hernández, El gaucho Martín Fierro


Empezaban a desayunar cuando vieron entrar a Santiago Nasar empapado de sangre llevando en las manos el racimo de sus entrañas. [...] "Hasta tuvo el cuidado de sacudir con la mano la tierra que le quedó en las tripas", me dijo mi tía Wene.

Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte anunciada

jueves, 23 de abril de 2009

Las estrellas y la luna: deshaciendo metáforas



¡Oh tú, ombligo del firmamento!

Leopoldo Lugones, Himno a la luna


Sé que entre todas las palabras, una
hay para recordarla o figurarla.
El secreto, a mi ver, está en usarla
con humildad. Es la palabra luna.

Jorge Luis Borges, La luna


A la gran multitud de astros lucientes,
gallinas de los campos celestiales
presidió gallo el boquirubio Febo
Entre los pollos de tindario huevo.

Baltasar Gracián, Selvas del año, Entrada del estío


A las claras estrellas orientales
que palidecen en la vasta aurora,
apodó con palabra pecadora
gallinas de los campos celestiales

Jorge Luis Borges, Baltasar Gracián


lunes, 20 de abril de 2009

Esforzada inactividad



No nos animamos a hacer muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos animamos a hacerlas.

Lucio Anneo Séneca, Cartas a Lucilio


Cree que podría hacer mucho con sólo que lo quisiera, pero jamás lo quiere.

Georg Lichtenberg, Aforismos


sábado, 4 de abril de 2009

Mañanas, muertes y símbolos



La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita.

Jorge Luis Borges, El Aleph


El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertarse se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros.

Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte anunciada


viernes, 27 de marzo de 2009

Amor: creer o saber



Tengo la felicidad de creer que me amas.

Madame de Sévigné, Cartas


Si valoramos realmente a alguien, debemos ocultárselo como si se tratara de un crimen.

Arthur Schopenhauer, Aforismos sobre el arte de saber vivir


Me amas, querida pequeña, ¿cómo has sido lo bastante cruel para decírmelo?

Marcel Proust, Los placeres y los días


jueves, 19 de marzo de 2009

Esopo, Sancho Panza y Martín Fierro



Bien dice el refrán: que la codicia rompe el saco.

Esopo, Fábulas


Yo salí de mi tierra y dejé hijos y mujer por venir a servir a vuestra merced, creyendo valer más, y no menos; pero como la codicia rompe el saco, a mi me ha rasgado mis esperanzas.

Miguel de Cervantes, El Quijote, I


¡Ah, hijos de una...! ¡La codicia
ojalá les ruempa el saco!
Ni un pedazo de tabaco
le dan al pobre soldao,
y lo tienen, de delgao,
más ligero que un guanaco.

José Hernández, El gaucho Martín Fierro


jueves, 12 de marzo de 2009

Calendario sentimental



Muchas veces, en tal tiempo del año, se encuentra un día extraviado que pertenece a otra estación distinta y que tiene la propiedad de hacernos vivir en esa época, evocando sus placeres, haciéndonoslos desear, y que viene a interrumpir las ilusiones que nos estábamos forjando, colocando fuera de su sitio, más acá o más allá, esa hoja arrancada de otro capítulo en el calendario interpolado de la felicidad.

Marcel Proust, Por el camino de Swann


¡Qué melancólicos o radiantes son los días que se equivocan de estación!

Silvina Ocampo, Ejércitos de la oscuridad

martes, 3 de marzo de 2009

Gatos mimados



A gusto mis dedos acarician
tu cabeza y tu lomo elástico,
y mi mano se embriaga del placer
de palpar tu eléctrico cuerpo.

Charles Baudelaire, El gato


Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.

Jorge Luis Borges, A un gato


lunes, 23 de febrero de 2009

Impresión: verdad literaria



Únicamente la impresión, por flaca que parezca la materia, por inverosímil que sea el rastro, es un canon de verdad, y sólo debido a ella merece ser aprehendida por el espíritu, porque es la única capaz, si se sabe liberar esa verdad, de llevarla a una mayor perfección y darle una pura alegría. La impresión, para el escritor, es lo que la experiencia para el sabio, con la diferencia de que en el sabio el trabajo de la inteligencia está antes y en el escritor viene después.

Marcel Proust, El tiempo recobrado 

¿Sabes una cosa, Estela? En esos versos de Lugones no hay una sola percepción real. Está buscando la rima, el efecto, y eso es todo. Ahí no hay nada sentido, vivido.
Jorge Luis Borges, conversando con Estela Canto en Borges a contraluz


lunes, 16 de febrero de 2009

Libertad negativa



Nunca he creído que la libertad del hombre consista en hacer lo que quiere, sino en no hacer nunca lo que no quiere.

Jean Jacques Rousseau, Las ensoñaciones del paseante solitario


Mi tesis de que toda felicidad es de naturaleza negativa encuentra una confirmación también en el hecho de que los dos bienes supremos del ser humano: la salud y la libertad, son meras negaciones.

Arthur Schopenhauer, Parábolas, aforismos y comparaciones

sábado, 7 de febrero de 2009

Cuerpo y alma



Los mediocres y los orgullosos establecen diferencias entre el cuerpo y el alma. Yo sólo puedo afirmar que el vino destruye el miedo y nos da la quietud perfecta.

Omar Khayyam, Rubaiyat (Versión inglesa de Talbot, 57)


Los que ven alguna diferencia entre el cuerpo y el alma es que carecen de ambos.

Oscar Wilde, Frases y filosofías para uso de la juventud


viernes, 6 de febrero de 2009

Convalecencia y meditación



Triste, triste, flaco, por una larga enfermedad:
Monótonos, monótonos, pasan los días y las noches.
Los árboles del verano se han vestido de sombra;
El lan de otoño ya hospeda al rocío.
Los huevos que protegía el nido cuando caí en cama
Se han convertido en pajaritos que han volado.
El gusano que entonces se escondía en su agujero
Se ha transformado en un grillo sentado en el árbol.
Las cuatro estaciones siguen por siempre su curso:
¡Nada en toda la Naturaleza se detiene para descansar
Ni siquiera un momento. Sólo el corazón del hombre enfermo
Se duele profundamente como antaño!

Enfermedad, Po Chu-I


Mirón ocioso de la luz del cielo, he visto al sol levantarse y ponerse durante veinte meses. En este tiempo los pájaros han abandonado el nido de su madre y se han dado a los bosques y a los cielos; el cabrito ha dejado la ubre y ha aprendido poco a poco a trepar por las peñas en busca de su propio sustento. Sólo yo no he progresado, y sigo impotente e ignorante. Con más de veinte mutaciones la luna me advertía del fluir de la vida y el arroyo que corría a mis pies censuraba mi inactividad. Yo seguía sentado, regalándome con manjares del intelecto, tan indiferente a los ejemplos de la tierra como a las instrucciones de los planetas. Veinte meses idos: ¡quién los recuperará!

Samuel Johnson, Rasselas


domingo, 25 de enero de 2009

Grillos y estrellas



Canta el grillo, la alta alameda
a las estrellas se levanta,
el silencio es como una seda,
y el grillo canta, canta, canta...
Rueda la máquina del mundo,
pavorosa en su inmenso brillo.
Y allá cerca, meditabundo,
hay un astrónomo profundo
que le da cuerda con el grillo.

Leopoldo Lugones, El infinito


Los grillos con sus cantos dibujan estrellas adentro del agua.

Silvina Ocampo, Ejércitos de la oscuridad


sábado, 24 de enero de 2009

El ajedrez y la vida




-Brava comparación -dijo Sancho-, aunque no tan nueva, que yo no la haya oído muchas y diversas veces, como aquella del juego de ajedrez, que mientras dura el juego, cada pieza tiene su particular oficio; y en acabándose el juego, todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura.

Miguel de Cervantes, El Quijote II


Nosotros, piezas mudas del juego que Él despliega
Sobre el tablero abierto de noches y de días,
Aquí y allá las mueve, las une, las despega,
Y una a una en la Caja, al final, las relega.

Omar Khayyam, Rubaiyat (E. Fitzgerald, 74)


También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?

Jorge Luis Borges, Ajedrez


domingo, 18 de enero de 2009

Epicureísmo pascaliano



El peor de los males, la muerte, no significa nada para nosotros, porque mientras vivimos no existe, y cuando está presente nosotros no existimos.

Epicuro, Carta a Meneceo


La muerte es más fácil de soportar sin pensar en ella que el pensamiento de la muerte sin peligro.

Blaise Pascal, Pensamientos