Por su origen, el lenguaje pertenece a la época de la forma más rudimentaria de psicología. [...] Yo creo que no nos libramos de Dios porque aún creemos en la gramática.
Friederich Nietzsche, El ocaso de los ídolos
Dios es un monosílabo que ha tenido mucho éxito.
Adolfo Bioy Casares
viernes, 29 de mayo de 2009
Dios y la palabra dios
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jueves, 28 de mayo de 2009
Dios: causa primera o consecuencia última
Se dice, y con acierto, que si los triángulos hicieran un dios, le otorgarían tres lados.
Barón de Montesquieu, Cartas persas, 59
Dios creó al hombre a su imagen significa, probablemente, que el hombre creó a Dios a la suya.
Georg Lichtenberg, Aforismos, D-201
¿Cómo? ¿El hombre será sólo un error de Dios? ¿O Dios será sólo un error del hombre?
Friederich Nietzsche, El ocaso de los ídolos
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lunes, 18 de mayo de 2009
Emma y Ana, lecturas y ensueños
Más tarde, con las novelas de Walter Scott, se entusiasmó Emma con los temas históricos, soñó con viejos cofres, prisiones militares y trovadores. Le hubiera gustado vivir en alguna casa solariega, como aquellas castellanas de talle esbelto que, bajo el trébol de las ojivas, pasaban los días con el codo en la piedra de la ventana y el mentón en la mano, esperando la aparición de un caballero de blanco penacho galopando sobre su caballo negro por los campos lejanos.
Gustave Flaubert, Madame Bovary
Ana leía, pero le molestaba seguir las sombras de las vidas de otras personas. Tenía demasiados deseos de vivir ella misma. Si leía que la protagonista de la novela cuidaba a un enfermo, sentía deseos de andar con pasos silenciosos en la habitación de un enfermo; si un miembro del Parlamento había pronunciado un discurso, deseaba pronunciarlo ella; si lady Mary había cabalgado tras de la jauría, exacerbando a su nuera y asombrado a todos con su audacia, tambíen Ana deseaba hacer lo mismo.
Lev Tolstoi, Ana Karenina
Entrañas quijotescas
No es dado a los caballeros andantes quejarse de herida alguna, aunque se le salgan las tripas por ella.
Miguel de Cervantes, El Quijote, I
Y el Indio es como tortugaDe duro para espichar-Si lo llega a destriparNi siquiera se le encoge,Luego sus tripas recoge,Y se agacha a disparar.
José Hernández, El gaucho Martín Fierro
Empezaban a desayunar cuando vieron entrar a Santiago Nasar empapado de sangre llevando en las manos el racimo de sus entrañas. [...] "Hasta tuvo el cuidado de sacudir con la mano la tierra que le quedó en las tripas", me dijo mi tía Wene.
Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte anunciada
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