Sainte-Beuve. Nada tiene de hombre; está poseído de una pequeña cólera contra todos los espíritus varoniles. Vaga de aquí para allá, sutil, curioso, aburrido, escrutador; en el fondo es una personalidad femenina, con femenil avidez de venganza y con sensualidad femenil. Como psicólogo, es un genio de la maledicencia; posee una riqueza incalculable de medios para hablar mal; nadie como él sabe mezclar el veneno en un elogio. [...] Como crítico no tiene una medida, un punto de apoyo, una espina dorsal; posee la lengua del libertino cosmopolita para hablar de muchas cosas distintas, pero ni siquiera tiene el valor de confesar su libertinaje. Como historiador, no tiene filosofía, carece del poder de la mirada filosófica; por esto, en todas las cosas esenciales rehúsa la tarea de juzgar, cubriéndose con la "objetividad" como con una máscara.
Friederich Nietzsche, El ocaso de los ídolos
Por no haber percibido Sainte-Beuve el abismo que separa al escritor del hombre de mundo, por no haber comprendido que el yo del escritor sólo se muestra en sus libros, y que no muestra a los hombres de mundo (o aun a esos hombres de mundo que son en el mundo los demás escritores, quienes únicamente en soledad vuelven a ser escritores) más que a un hombre de mundo como ellos, inaugurará ese famoso método que, al decir de Taine, Bourget y tantos otros, constituye su gloria, un método que, para comprender a un poeta o a un escritor, reside en interrogar ávidamente a cuantos lo conocían y lo trataban, a quienes puedan decirnos cómo se comportaba en materia de mujeres, etcétera, es decir, en todos los puntos en los que el yo auténtico del poeta no interviene en absoluto.
Marcel Proust, Contra Sainte-Beuve
Veo en la crítica un fervoroso esfuerzo para potenciar la obra elegida. Todo lo contrario, pues, de lo que hace Sainte-Beuve cuando nos lleva de la obra al autor, y luego pulveriza a éste en una llovizna de anécdotas. La crítica no es biografía ni se justifica como labor independiente, si no se propone completar la obra. Esto quiere decir, por lo pronto, que el crítico ha de introducir en su trabajo todos aquellos utensilios sentimentales e ideológicos merced a los cuales puede el lector medio recibir la impresión más intensa y clara de la obra que le sea posible. Procede orientar la crítica en un sentido afirmativo y dirigirla, más que a corregir al autor, a dotar al lector de un órgano visual más perfecto. La obra se completa completando su lectura.
José Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote
lunes, 30 de mayo de 2011
Contra Sainte-Beuve
Etiquetas:
Nietzsche,
Ortega y Gasset,
Proust
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario