miércoles, 17 de septiembre de 2008

Muertes shakespeareanas



¡Hum! Ese tipo pudo ser en sus tiempos un gran comprador de tierras, con sus estatutos, sus resguardos, sus términos, sus garantías dobles y sus cobranzas: ¿el término de sus términos y la cobranza de sus cobranzas es tener su terminada mollera llena de interminable barro? ¿Sus garantías, aun siendo dobles, no le garantizan, de todas sus adquisiciones, más que el largo y el ancho de un par de pergaminos? En esta caja, difícilmente cabrían ni los títulos de propiedad de sus tierras, ¿y no va a tener más el propietario en persona, eh?

Hamlet, A. 5, E. 1


¡Ambición mal tejida, cuán destrozada te ves! Cuando este cuerpo contenía un alma, un reino no era espacio bastante grande para él; pero ahora, dos pies de la más vil tierra son una medida suficiente.

Primera parte de El rey Enrique IV, A. 5, E. IV


William Shakespeare


viernes, 12 de septiembre de 2008

Memoria y juicio



La ausencia de memoria ha aumentado en mí otras facultades a medida que ésa me ha faltado; de tener buena memoria fácilmente seguiría las huellas ajenas, mi espíritu languidecería por no ejercer sus propias facultades, como suele hacer casi todo el mundo, que se sirve de las extrañas opiniones por tenerlas presentes en la mente; mi discurso por la misma razón tampoco es muy extenso ni dilatado, pues sólo merced a la memoria se almacenan las especies que el juicio no procura. Si me hallara ensordecido por tal facultad hubiera ensordecido a mis amigos con mi charla; los asuntos, al despertar en mí la facultad que yo poseo de manejarlos y emplearlos, alargarían en demasía mis disertaciones. Es cosa lamentable, yo lo veo por algunos de mis amigos, a medida que la memoria les presenta el caso de que hablan por todas sus fases, retroceden en su narración, cargándola con tan inútiles detalles que si lo que refieren es interesante, ahogan todo interés; y si no lo es, hay tanta razón para maldecir de su feliz memoria como de su juicio desdichado.

Michel de Montaigne, Ensayos, I, 9


Todo el mundo se lamenta de su memoria, y nadie se lamenta de su juicio.

François de La Rochefoucauld, Máximas


Los hombres hablan respecto a ellos mismos de tal modo que sólo confiesan pequeños defectos y aun de tal naturaleza que supongan en sus personas grandes disposiciones o notables cualidades. Vemos así que se queja uno de su poca memoria, contento por otra parte de su gran entendimiento y buen juicio.

Jean de La Bruyère, Caracteres


sábado, 6 de septiembre de 2008

Callada muerte



Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando.

Jorge Manrique, coplas por la muerte de su padre


Sin la templanza, ¿viste tú perfecta
alguna cosa? ¡Oh muerte!, ven callada,
como sueles venir en la saeta.

Andrés Fernández de Andrada, Epístola moral a Fabio