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sábado, 26 de julio de 2014

Geométrico y bizarro ajedrez


Un alfil no es un pedazo de madera de forma más o menos extraña: es una "fuerza oblicua". La torre es cierta potencia de "marchar en línea recta", el caballo "una pieza que equivale más o menos a tres peones y que se mueve según una ley completamente particular", etc. 
Henri Bergson, El esfuerzo intelectual

Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores. 
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo blanco y negro del camino
buscan y libran su batalla armada. 
Jorge Luis Borges, Ajedrez


martes, 4 de marzo de 2014

Escuela quijotesca


El arte español es maravilloso en sus formas populares y anónimas -cantos, danzas, cerámica- y es muy pobre en sus formas eruditas y personales. Alguna vez ha surgido un hombre genial, cuya obra aislada y abrupta no ha conseguido elevar el nivel medio de la producción. Entre él, individuo solitario, y la masa llana no había intermediarios y, por lo mismo, no había comunicación.
José Ortega y Gasset, España invertebrada

BORGES: "[...] En España, los buenos libros no tuvieron descendencia. ¿Qué escuela nació del Quijote? Fue estéril. Un mulo".
Adolfo Bioy Casares, Borges

domingo, 11 de noviembre de 2012

Contabilidad humana


Así, por su proeza, fueron aniquilados todos los del ejército que entraron en el claustro, hasta el número de trece mil seiscientos veintidós, sin contar niños ni mujeres, como se hace siempre.
François Rabelais, Gargantúa y Pantagruel

Los pormenores son irrecuperables, pero sabemos que debió hasta veintiuna muertes -"sin contar mejicanos".
Jorge Luis Borges, El asesino desinteresado Bill Harrigan


domingo, 4 de diciembre de 2011

Soles blancos y rojos



Y por fin, tras una imperceptible y elíptica caída, el sol descendió, y de un blanco ardiente pasó a un rojo desvanecido, sin rayos y sin luz, dispuesto a desaparecer súbitamente, herido de muerte por el contacto con aquellas tinieblas que cubrían a una multitud de hombres.

Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas



Ya el blanco sol intolerable de las doce del día era el sol amarillo que precede al anochecer y no tardaría en ser rojo.

Jorge Luis Borges, El Sur


domingo, 15 de mayo de 2011

Puertas cerradas



Se me abre una puerta, entro y me hallo con cien puertas cerradas.

Antonio Porchia, Voces


La puerta es la que elige, no el hombre.

Jorge Luis Borges, Fragmentos de un evangelio apócrifo


lunes, 18 de octubre de 2010

Invisible virtud



Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. [...]
Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar bien plantados en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

San Mateo, Evangelio


A. es un virtuoso y el cielo es su testigo.

Franz Kafka, Consideraciones acerca del pecado


Que la luz de una lámpara se encienda, aunque ningún hombre la vea. Dios la verá.

Jorge Luis Borges, Fragmentos de un evangelio apócrifo


lunes, 26 de julio de 2010

Nacionalismo hiperbólico



La hipérbole es cosa profunda y netamente española. Hipérboles en discursos, en libros, en artículos de periódico, en las conversaciones particulares. La hipérbole es... pereza mental. Lo contrario de la hipérbole es el trabajo, o sea, exactitud, reflexión, precisión. Es difícil hacer del idioma un instrumento exacto y dúctil; y es fácil salir del paso con un superlativo que no dice nada.

Azorín, Rivas y Larra


[...] Borges. Dice: "Caramba, por encargo de Victoria estoy escribiendo un poema sobre Sarmiento. Estoy escribiendo invita Minerva, porque no tengo ganas de escribir sobre Sarmiento (aunque no tengo nada contra Sarmiento y lo admiro mucho). Es claro, para que no se note la frialdad, estoy overwriting it, overdoing it. La hipérbole es una forma de la indiferencia: porque no se puede o no se quiere entrar en detalles se recurre a superlativos".

Adolfo Bioy Casares, Borges


martes, 20 de abril de 2010

Venganzas y perdones



No todos los que perdonan, perdonan; porque perdonar no es no vengarse.

Almafuerte, Evangélicas negras


Yo no hablo de venganzas ni de perdones; el olvido es la única venganza y el único perdón.

Jorge Luis Borges, Fragmentos de un evangelio apócrifo


martes, 5 de enero de 2010

Inmortalidad retroactiva



Ciegamente reclama duración el alma arbitraria
cuando la tiene asegurada en vidas ajenas,
cuando tú mismo eres el espejo y la réplica
de quienes no alcanzaron tu tiempo
y otros serán (y son) tu inmortalidad en la tierra.

Jorge Luis Borges, Inscripción en cualquier sepulcro


Creer en las cosas quiere decir dejar subsistir algo después de la propia muerte, y tener, en la vida, la satisfacción de entrar en contacto con lo que seguirá subsistiendo después de nosotros.
Pero, ¿no satisface el pensamiento de que las cosas existían antes que nosotros y que, al vivir, entramos en contacto con lo que ya existía? La misma flaca satisfacción tendremos después de morir al saber que algo continúa existiendo.

Cesare Pavese, El oficio de vivir


lunes, 21 de diciembre de 2009

Párrafo felino, soneto felino



En el hall de la estación advirtió que faltaban treinta minutos. Recordó bruscamente que en un café de la calle Brasil (a pocos metros de la casa de Yrigoyen) había un enorme gato que se dejaba acariciar por la gente, como una divinidad desdeñosa. Entró. Ahí estaba el gato, dormido. Pidió una taza de café, la endulzó lentamente, la probó (ese placer le había estado vedado en la clínica) y pensó, mientras alisaba el negro pelaje, que aquel contacto era ilusorio y que estaban como separados por un cristal, porque el hombre vive en el tiempo, en la sucesión, y el mágico animal, en la actualidad, en la eternidad del instante.

Jorge Luis Borges, El Sur

A UN GATO

No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alma aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un secreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.

Jorge Luis Borges, El oro de los tigres


martes, 24 de noviembre de 2009

Sueño y Episodio del enemigo


1967. Domingo 30 de julio.
[...]
Me cuenta un sueño [
Borges a Bioy Casares]: "Este sueño debe de ser un plagio. Vos vas a poder decirme de dónde lo saqué. Yo estaba en una casa como la de nuestra pieza de teatro. Por el camino de la sierra venía subiendo un hombre parecido a Macedonio Fernández, pero más alto. Ese hombre era mi enemigo. Me había perseguido desde hacía tiempo y yo siempre me le escapaba. Ahora lo vi tan cansado y débil que le permití entrar en la casa. Estaba tan extenuado que se dejó caer de espaldas en la cama. Entonces vi que tenía un revolver y que me apuntaba. 'Voy a matarlo -me dijo-. Usted no puede hacer nada.' 'Sí -le contesté-. Puedo hacer algo.' '¿Qué?' -preguntó-. 'Despertarme' -respondí y me desperté-. Cuando le conté este sueño a madre -por un rato me hago la ilusión de que son valiosísimos- se puso furiosa. Me dijo que mientras ella duerme tranquila, yo estoy soñando disparates. Que ni dormido dejo de inventar cosas raras. Mejor que el sueño me parece la reacción de madre. Muestra su carácter."

Adolfo Bioy Casares, Borges


Episodio del enemigo
Tantos años huyendo y esperando y ahora el enemigo estaba en mi casa. Desde la ventana lo vi subir penosamente por el áspero camino del cerro. Se ayudaba con el bastón que en sus viejas manos no podía ser un arma sino un báculo. Me costó percibir lo que esperaba: el débil golpe contra la puerta. Miré, no sin nostalgia, mis manuscritos, el borrador a medio concluir y el tratado de Artemidoro sobre los sueños, libro un tanto anómalo ahí, ya que no sé griego. Otro día perdido, pensé. Tuve que forcejear con la llave. Temí que el hombre se desplomara, pero dio unos pasos inciertos, soltó el bastón, que no volví a ver, y cayó en mi cama, rendido. Mi ansiedad lo había imaginado muchas veces, pero sólo entonces noté que se parecía, de un modo casi fraternal, al último retrato de Lincoln. Serían las cuatro de la tarde.
Me incliné sobre él para que me oyera.
-Uno cree que los años pasan para uno -le dije-, pero pasan también para los demás. Aquí nos encontramos al fin y lo que antes ocurrió no tiene sentido.
Mientras yo hablaba, se había desabrochado el sobretodo. La mano derecha estaba en el bolsillo del saco. Algo me señalaba y yo sentí que era un revólver.
Entonces me dijo con voz firme:
-Para entrar en su casa, he recurrido a la compasión. Lo tengo ahora a mi merced y no soy misericordioso.
Ensayé unas palabras. No soy un hombre fuerte y sólo las palabras podían salvarme. Atiné a decir:
-En verdad que hace tiempo maltraté a un niño, pero usted ya no es ese niño ni yo aquel insensato. Además, la venganza no es menos vanidosa y ridícula que el perdón.
-Precisamente porque ya no soy aquel niño -me replicó- tengo que matarlo. No se trata de una venganza, sino de un acto de justicia. Sus argumentos, Borges, son meras estratagemas de su terror para que no lo mate. Usted ya no puede hacer nada.
-Puedo hacer una cosa -le contesté.
-¿Cuál? -me preguntó.
-Despertarme.
Y así lo hice.

Jorge Luis Borges, El oro de los tigres

jueves, 3 de septiembre de 2009

Borges y las novelas



Los semiciegos
.- El semiciego es el enemigo nato de todos los escritores que no conocen el freno. ¡Qué cólera le invade al cerrar un libro en que el autor tiene necesidad de cincuenta páginas para dar cuenta de cinco ideas! Se enfurece de haber puesto en peligro, sin compensación casi, lo que le resta de vista.

Friederich Nietzsche, El viajero y su sombra


No he leído el volumen de Nabokov [Lolita] y no pienso leerlo, ya que la longitud del género novelesco no condice con la oscuridad de mis ojos ni con la brevedad de la vida humana.

Jorge Luis Borges, revista Sur, nº 260


jueves, 23 de abril de 2009

Las estrellas y la luna: deshaciendo metáforas



¡Oh tú, ombligo del firmamento!

Leopoldo Lugones, Himno a la luna


Sé que entre todas las palabras, una
hay para recordarla o figurarla.
El secreto, a mi ver, está en usarla
con humildad. Es la palabra luna.

Jorge Luis Borges, La luna


A la gran multitud de astros lucientes,
gallinas de los campos celestiales
presidió gallo el boquirubio Febo
Entre los pollos de tindario huevo.

Baltasar Gracián, Selvas del año, Entrada del estío


A las claras estrellas orientales
que palidecen en la vasta aurora,
apodó con palabra pecadora
gallinas de los campos celestiales

Jorge Luis Borges, Baltasar Gracián


sábado, 4 de abril de 2009

Mañanas, muertes y símbolos



La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita.

Jorge Luis Borges, El Aleph


El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertarse se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros.

Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte anunciada


martes, 3 de marzo de 2009

Gatos mimados



A gusto mis dedos acarician
tu cabeza y tu lomo elástico,
y mi mano se embriaga del placer
de palpar tu eléctrico cuerpo.

Charles Baudelaire, El gato


Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.

Jorge Luis Borges, A un gato


lunes, 23 de febrero de 2009

Impresión: verdad literaria



Únicamente la impresión, por flaca que parezca la materia, por inverosímil que sea el rastro, es un canon de verdad, y sólo debido a ella merece ser aprehendida por el espíritu, porque es la única capaz, si se sabe liberar esa verdad, de llevarla a una mayor perfección y darle una pura alegría. La impresión, para el escritor, es lo que la experiencia para el sabio, con la diferencia de que en el sabio el trabajo de la inteligencia está antes y en el escritor viene después.

Marcel Proust, El tiempo recobrado 

¿Sabes una cosa, Estela? En esos versos de Lugones no hay una sola percepción real. Está buscando la rima, el efecto, y eso es todo. Ahí no hay nada sentido, vivido.
Jorge Luis Borges, conversando con Estela Canto en Borges a contraluz


sábado, 24 de enero de 2009

El ajedrez y la vida




-Brava comparación -dijo Sancho-, aunque no tan nueva, que yo no la haya oído muchas y diversas veces, como aquella del juego de ajedrez, que mientras dura el juego, cada pieza tiene su particular oficio; y en acabándose el juego, todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura.

Miguel de Cervantes, El Quijote II


Nosotros, piezas mudas del juego que Él despliega
Sobre el tablero abierto de noches y de días,
Aquí y allá las mueve, las une, las despega,
Y una a una en la Caja, al final, las relega.

Omar Khayyam, Rubaiyat (E. Fitzgerald, 74)


También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?

Jorge Luis Borges, Ajedrez


domingo, 28 de diciembre de 2008

Autoplagio borgeano



Los muchos años lo habían reducido y pulido como las aguas a una piedra o las generaciones de los hombres a una sentencia.

Jorge Luis Borges, El Sur


Los muchos años lo habían reducido y pulido como las aguas a una piedra o las generaciones de los hombres a una sentencia.

Jorge Luis Borges, El hombre en el umbral

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Pensamientos abstractos



Estaba demasiado enfermo para pensar en el peligro.

Lucio Anneo Séneca, Cartas a Lucilio, 53


Las miserias físicas y la incesante previsión de las malas noches no le habían dejado pensar en algo tan abstracto como la muerte.

Jorge Luis Borges, El Sur

domingo, 20 de julio de 2008

La metafísica, la teología y el psicoanálisis según Borges



Los metafísicos de Tlön (...) juzgan que la metafísica es una rama de la literatura fantástica.

en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius

La metafísica y la teología son, lo sospecho, dos especies de la literatura fantástica. Dos especies espléndidas.

en Borges, sus días y su tiempo, María Esther Vázquez


El psicoanálisis es la rama erótica de la ciencia ficción.

Jorge Luis Borges