Espíritus sencillos, menos curiosos y menos instruidos, se convierten en buenos cristianos, por respeto y obediencia creen con simpleza y se mantienen sumisos a las leyes. En el mediano vigor de los espíritus y en la capacidad mediana, se engendra el error de las opiniones: éstos se dejan llevar por la apariencia del primer significado, y se creen con títulos para considerarnos como simples y brutos por el hecho de mantenernos en las antiguas creencias y porque no hemos sido instruidos por el estudio. Los espíritus grandes, más clarividentes y tranquilos, forman otra clase entre los buenos creyentes; ayudados por una dilatada y religiosa investigación, sienten de un modo más profundo y abstruso la luz de las Escrituras y sienten el divino y misterioso secreto de nuestro régimen eclesiástico.Michel de Montaigne, Ensayos, I, 54El pueblo honra a las personas de gran nacimiento. Los hábiles a medias las desprecian, porque dicen que el nacimiento no es ventaja de la persona, sino del azar. Los hábiles las honran, pero no por lo que piensa el pueblo, sino con un pensamiento más elevado. Los devotos, que tienen más celo que ciencia, las desprecian, a pesar de esta consideración que les hace honrar por los más hábiles, porque juzgan por una nueva luz que da la piedad. Pero los cristianos perfectos las honran, por una luz superior. Así van las opiniones, sucediéndose en pro y en contra según la luz que se posee.Blaise Pascal, Pensamientos
viernes, 20 de enero de 2012
Sucesión de opiniones cristianas
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