La ausencia de memoria ha aumentado en mí otras facultades a medida que ésa me ha faltado; de tener buena memoria fácilmente seguiría las huellas ajenas, mi espíritu languidecería por no ejercer sus propias facultades, como suele hacer casi todo el mundo, que se sirve de las extrañas opiniones por tenerlas presentes en la mente; mi discurso por la misma razón tampoco es muy extenso ni dilatado, pues sólo merced a la memoria se almacenan las especies que el juicio no procura. Si me hallara ensordecido por tal facultad hubiera ensordecido a mis amigos con mi charla; los asuntos, al despertar en mí la facultad que yo poseo de manejarlos y emplearlos, alargarían en demasía mis disertaciones. Es cosa lamentable, yo lo veo por algunos de mis amigos, a medida que la memoria les presenta el caso de que hablan por todas sus fases, retroceden en su narración, cargándola con tan inútiles detalles que si lo que refieren es interesante, ahogan todo interés; y si no lo es, hay tanta razón para maldecir de su feliz memoria como de su juicio desdichado.
Michel de Montaigne, Ensayos, I, 9
Todo el mundo se lamenta de su memoria, y nadie se lamenta de su juicio.
François de La Rochefoucauld, Máximas
Los hombres hablan respecto a ellos mismos de tal modo que sólo confiesan pequeños defectos y aun de tal naturaleza que supongan en sus personas grandes disposiciones o notables cualidades. Vemos así que se queja uno de su poca memoria, contento por otra parte de su gran entendimiento y buen juicio.Jean de La Bruyère, Caracteres
viernes, 12 de septiembre de 2008
Memoria y juicio
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